Ecologistas en Acción – Logroño en Bici aplaudimos la nueva movilidad pero demandamos medidas definitivas para proteger la movilidad activa y el espacio público.
Desde Ecologistas en Acción – Logroño en Bici celebramos las nuevas medidas de movilidad y redistribución del espacio urbano introducidas por el Ayuntamiento de Logroño, pero creemos imprescindible su consolidación progresiva con infraestructuras definitivas que protejan los modos más vulnerables de movilidad, garanticen la viabilidad del transporte público colectivo y hagan avanzar la transición modal dotando presupuestariamente a los planes de sostenibilidad en movilidad urbana incumplidos y vaciados de contenido por anteriores corporaciones.
En ciudades declaradas en estado de emergencia climática y en el actual contexto de grave crisis sanitaria y económica, se hace evidente la necesidad de distanciamiento interpersonal para el que resulta imprescindible un cambio de paradigma en el espacio público y el transporte para preservar la salud y la calidad del aire. Se están aplicando con celeridad actuaciones de emergencia en algunas de las principales ciudades del mundo a través de intervenciones provisionales mediante urbanismo táctico. Bajo recomendación de la OMS, ciudades por todo el planeta aceleran la introducción de corredores peatonales y ciclistas emergentes para descongestionar el transporte público para quienes más lo necesiten y transferir el mayor número posible de desplazamientos individuales a la movilidad activa (bicicleta y caminar).
Aunque obligadas por las difíciles circunstancias actuales, damos la bienvenida a las medidas de ampliación de espacio peatonal, devolución a lo público de parte del espacio urbano ocupado por el ubicuo automóvil privado, reducción de velocidades y pacificación del tráfico, y otras necesidades como la adaptación de la semaforización ciclista y peatonal. Actualmente se hace indispensable tomar todo tipo medidas para reducir en lo posible el previsible repunte del abuso individual del automóvil privado tras el desconfinamiento, con las consecuencias que esto acarreará en el ecosistema urbano y para la salud. La declaración de la Ciudad 30, que va más allá de la reducción genérica del límite de velocidad en el casco urbano a 30Km/h, tiene el beneficio de hacer la velocidad lo excepcional, en vez de la norma, pero de nada servirá si los conductores siguen acostumbrados a exceder esos límites con general impunidad como hasta ahora. La introducción de estas medidas deberá ir acompañada de los necesarios cambios normativos, y sustentarse en la vigilancia necesaria para hacer efectivo su cumplimiento en una ciudad demasiado acostumbrada a primar el uso del coche para todo hasta en el mismo centro, al estacionamiento ilegal y al pernicioso hábito tolerado de la doble fila.
Las 116 calles logroñesas con aceras menores de 3m dan idea de la magnitud del reto de posibilitar la distancia de seguridad, y la dificultad de la reorganización de usos del espacio urbano para preservar la salud si queremos que nuestra calle se mantenga más tranquila, con menos ruido y contaminación y más segura para las personas de toda condición física, género y edad.
El desequilibrio por la acción humana en los ecosistemas está en el origen de la actual crisis sanitaria, económica y ecológica. Constituye tan solo un primer y grave episodio con el trasfondo de la crisis ambiental causada por el calentamiento global de origen humano, y su expresión económica de la obsesión por un imposible crecimiento infinito en un mundo de recursos limitados. Alguna lección deberíamos extraer de esta súbita toma de conciencia de nuestra propia fragilidad como especie si queremos seguir formando parte de la biosfera.
Conforme a los compromisos adquiridos, el urbanismo de Logroño debe avanzar desde el desarrollismo expansivo del siglo pasado a las prioridades del siglo XXI, priorizando a las personas, poniendo en el centro la vida y los cuidados igualitarios del urbanismo feminista, por encima de los intereses económicos vinculados al motor, sus infraestructuras y sus dependencias energéticas. En las actuales circunstancias, con la relación directa de las afecciones respiratorias causadas por el virus SARS-CoV-2 con los niveles de contaminación atmosférica, y tal como se está demostrando, incluso en la propia transmisión del virus, volver ya sea temporalmente al abuso individual del automóvil privado, en vez de optar por alternativas más saludables, sería un grave error que no nos podemos permitir. El coche tiene que tener su lugar y su uso racional en la ciudad y fuera de ella, pero no podemos seguir convirtiéndolo en el único protagonista a costa del ambiente, el espacio urbano y de todos los demás usos de la calle por sus habitantes. Urge redistribuir las prioridades y reequilibrar el reparto del espacio. De no desarrollarse con la suficiente profundidad y diligencia este tipo de cambios, al peaje mortal de siniestralidad de la ciudad del motor al que estábamos tristemente acostumbrados, se sumarán muchas más víctimas que podríamos pagar de la manera más cara posible, con nuestras propias vidas.
Foto: Juan Marín / LR