El PP anuncia que no cumplirá los organismos técnicos para desarrollar el Plan de Movilidad Urbana Sostenible de Logroño esta legislatura.


Hoy hemos conocido la noticia de que la vecina Pamplona ha aprobado por ordenanza convertirse en Ciudad 30, reduciendo su límite genérico de velocidad a 30km/h salvo excepciones localizadas y con ello anteponiendo la seguridad vial, la calidad ambiental y el valor del espacio público a los excesos de la motorización abusiva.

Simultáneamente, por contra, recientemente el gobierno municipal de Logroño anunciaba que tampoco en esta legislatura dará cumplimiento a la creación de los organismos técnicos previstos para desarrollar el Plan de Movilidad Urbana Sostenible de Logroño (PMUS 2013-2025) aprobados por unanimidad de los grupos políticos y representantes de la ciudad. Se trata del Observatorio de Movilidad (PR49 OM2 M2) encargado de la recogida de datos y la elaboración de proyectos, el Foro de Movilidad Sostenible (PR50 OM3 M1) ambos previstos en el horizonte a corto plazo del PMUS (antes de 2015)  y también del importante Centro Municipal de Movilidad del horizonte a medio plazo (PR48 OM1 M1, desde 2016), que debiera promover el cambio de paradigma modal en movilidad y servir de puente e intercambio de información con la ciudadanía. Organismos equivalentes operan desde hace años en las principales capitales de nuestro entorno cercano que sí que hacen una apuesta real por una movilidad sostenible.

Estos incumplimientos de las planificaciones aprobadas impunemente cronificados en Logroño contrastan con las engañosas cifras emitidas constantemente por el gabinete de prensa del consitorio, con afirmaciones sin rubor (ni constatación alguna) del tipo «el 82% de los programas [indistintamente] del PMUS ya se han cumplido o INICIADO». Esta grosera afirmación recoge por ejemplo la colocación de pegatinas en tan sólo 3 calles de acceso motorizado restringido para habilitar el doble sentido ciclista (habilitación prevista en todas las de su tipo como medida inicial de arranque del Plan), o el pago a empresas de publicidad para que coloquen unos papelitos de advertencia en los parabrisas para así evitar multar a los infractores por la demencial extensión de la doble fila y el estacionamiento ilegal tolerados en nuestra ciudad (el coche como derecho fundamental inaleniable, no sea que nos quite votos). Pero junto a las jactanciosas inconcreciones del gobierno contrastan de bulto flagrantes omisiones de responsabilidad como el hecho de que a día de hoy, Logroño sigue sin contar con un Plan de Transporte a la Universidad PR38 CA2 (=>conflicto por el traslado del IES Sagasta y la eternamente demorada peatonalización del Campus, más barata que la «casa del cuento»), un Plan de Transporte al Hospital PR39 CA3 (=> conflicto por la privatización de los estacionamientos) o un Plan de Transporte a los centros de Trabajo PR37 CA1 (=> seguir sin accesos ciclopeatonales seguros a los polígonos industriales), medidas todas ellas contempladas en el PMUS que deberían estar ya en funcionamiento o desarrollándose, pero cuya puesta en marcha siempre es eludida o desconsiderada ante la primera dificultad por el gobierno municipal del PP, pese a las insistentes reclamaciones de distintas organizaciones y agentes sociales ciudadanos.

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Cuando se toma en consideración que UNA SOLA (para esto siempre hay dinero) GRAN INFRAESTRUCTURA MOTORIZADA, auténtica barrera urbanística que amplía el ya infame (por cochista) Plan de Infraestructuras PICL 2011 SUPERA EN ASIGNACIÓN PRESUPUESTARIA al presupuesto estimado para dar cumplimiento A TODOS LOS PROGRAMAS DE MOVILIDAD SOSTENIBLE del PMUS HASTA 2025, resulta revelador de las prioridades del gobierno de la ciudad y los grupos que le apoyan (pese a sus contradictorias declaraciones) en su modelo urbanístico, comercial y de movilidad para Logroño: una ciudad para el coche y el hipermercado.



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Nos referimos al derribo y reconstrucción de la rotonda multinivel de Duques de Nájera-Vara de Rey (7.6M € presupuestados antes de sobrecostes, 7,1M € estimados para dar cumplimiento a todo el PMUS según la consultora financiera a la que el PP encargó su redacción en 2012, ETT (Deloitte), sí, los mismos de las cuentas de Bankia). Sin olvidar el pozo sin fondo que supone todo lo que rodea al faraónico soterramiento del ferrocarril, que cada año estrangula a la ciudad con más y más deuda pública creciente para la que nunca hay objeciones, hipotecándonos durante generaciones y yugulando este año ya el 44% del capítulo de inversiones del Presupuesto municipal para 2018.

Más allá de consideraciones urbanísticas acerca del soterramiento del ferrocarril,  si algo pone de manifiesto el patente atraso histórico que sufrimos en nuestra ciudad respecto a cualquier capital de nuestro entorno cercano en sostenibilidad para la movilidad es la autocomplacencia municipal ante las alarmantes cifras de violencia vial y atropellos que padecemos en Logroño. Una ausencia de visión estratégica en nuestra ciudad que, pese al insultante triunfalismo pepero, resulta evidente para cualquiera que pise sus calles o tenga la necesidad de transitar su viario, ausencia de actuaciones convenientemente suplida con algún ensanchamiento puntual de aceras u orejas en cruces, eso sí, con abundante adorno mediático. Una realidad que no parece contemplarse desde los coches oficiales, despachos y pantallas de ordenador de aquellos con la responsabilidad de adaptar el modelo de urbanismo y movilidad de la ciudad a las necesidades del siglo XXI, pero que sin embargo desde un poco democrático concepto del servicio público que no pasa por la rendición de cuentas, persisten empecinadamente en mantenerla sometida al atraso motorizado como única opción de un pensamiento único dominante hace tiempo trasnochado. Algo funciona mal entre los responsables técnicos y políticos de la movilidad de una ciudad cuando son incapaces ellos mismos de utilizar alternativas distintas a la motorización a la que condenan al resto de sus conciudadanos y entre aquellos que ni siquiera son usuarios de los escasas infraestructuras para los medios alternativos que diseñan tan negligentemente. Algo funciona mal cuando, vergonzante y patéticamente, se permiten rechazar «por falta de solvencia técnica para trabajar en Logroño» a las más importantes agencias de geografía urbana y espacio público del país (autoras de las planificaciones de Vitoria-Gasteiz, o Barcelona, sin ir más lejos), quizás ilusoriamente pretendiendo así enmascarar su propia incompetencia para resolver las cuestiones de hoy que plantea la ciudadanía a la que deberían servir. Ahora que la clamorosa falta de atención a la red ciclista, tras ser de nuevo la propuesta mas votada en los Presupuestos Participativos 2017 (aunque hecha desaparecer por los corruptos círculos afines de los que el poder acostumbra a servirse para imposibilitar una participación ciudadana real), por fin anuncian para 2018 una partida para proyectar el desarrollo de la (hasta ahora inoperante) Red de Vías Ciclistas de Logroño, veremos qué sucede o qué intereses se concitan: si lo son para ayudar a resolver el bloqueo técnico y político que atenaza a Logroño en Movilidad… o mantener a la ciudad secuestrada en él.

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En el Colectivo Logroño en Bici no olvidamos que cuando la dirección de la (nada sospechosa de avanzada) consultora que se encargó de la redacción del (circunstancial y de mínimos) PMUS de Logroño, ETT – INECO, denunció ya en la presentación del Plan en Diciembre de 2013, que «en 21 planes de movilidad que llevamos realizados por toda España, jamás hemos encontrado tal grado de obstruccionismo técnico como en Logroño»… algo no funciona como debiera. Desde entonces, pese a los intentos de renovación en la cúpula técnica municipal, y una actitud algo menos cínica por parte de algunos de los técnicos más jóvenes y de menor rango,  poco parece haber cambiado en el nudo técnico y político que sigue manteniendo atascada a la ciudad.



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A estas alturas, la necesidad de acabar con el obstruccionismo y carencia de capacidad técnica de las unidades de Movilidad e Infraestructuras de Logroño resulta más que notoria y patente, solventando sus déficits de personal y actualización en materias de movilidad sostenible y espacio público para así intentar revertir su probado mal desempeño y falta de rendición de cuentas, un desfase técnico que hace tiempo viene trascendiendo los límites de nuestra ciudad, como vienen denunciando diferentes colectivos, medios de comunicación, agentes sociales y numerosos ciudadanos.

Foto: Colectivo Intervención Urbana.

Una ciudad la nuestra que se va quedando más y más atrás respecto a otras cercanas que sí hacen los deberes y cuyos gobiernos sí cumplen las planificaciones que se aprueban. Una ciudad la nuestra que se desangra en atropellos mientras contempla consternada cómo desaprovechan su magnífico potencial e idóneas condiciones (geográficas, climáticas, culturales, urbanísticas, económicas, demográficas…) para salir del insostenible modelo de tráfico actual abordando la transición energética que imponen los retos del agotamiento de los combustibles fósiles y el cambio climático. Una ciudad la nuestra que mejoraría enormemente implementando modelos más eficientes de ciudad para las personas como ya se disfrutan en otros lugares no tan lejanos desde hace décadas.

¿Por qué Logroño no?

Frente al automatismo en el «no-se-puede» permanente de los responsables de la negligencia en Logroño, abundan ejemplos donde todo lo que aquí «no se puede», ya está hecho. Está todo inventado: Claro que se puede. Por ejemplo, en Pontevedra:

Con la realidad de la calle desmintiendo las cosméticas declaraciones políticas, Logroño es una ciudad que, al contrario de otras que han sabido sortear las dificultades para apostar decididamente por un urbanismo contemporáneo enfocado a las personas y no sólo centrado en sus vehículos, a día de hoy sigue siendo incapaz de hacer permear sus tráficos de paso hacia el exterior desde el centro de la ciudad, persistiendo en un planeamiento de movilidad motorizado más propio del desarrollismo franquista de los años 60 del siglo XX que de un modelo de espacio público de calidad del siglo XXI para una convivencia más amable y unas calles más seguras y habitables. A pesar de la descongestión que supuso la circunvalación (ya sobrepasada por el voraz crecimiento urbanístico de expansión durante los años del pelotazo inmobiliario, donde tampoco se tuvo en cuenta la movilidad sostenible), la ciudad sigue paradójicamente regulada para hacer atravesar el tráfico de sus principales vías de acceso por el centro, un patrón de movilidad desfasado que la condena a continuar siendo una ciudad entregada aún a la motorización abusiva en su mismo núcleo, con los problemas de contaminación, ruidos, calidad del aire, emisiones de gases de efecto invernadero (cambio climático), demenciales costes de conservación y criminales niveles de siniestralidad vial que esto acarrea.

«Desautoxicación» (desintoxicación del ecosistema urbano por el abuso del coche) en Pontevedra en las últimas décadas. En Logroño, ejes como Gran Vía han vuelto a funcionar… al revés, atrayendo tráfico al centro.

 

Mientras poblaciones cercanas como Pamplona – Iruñea identifican acertadamente el exceso de velocidad en su casco urbano como la principal causa de riesgo vial en su estrategia de «Visión Cero» (accidentes), apostando decidamente por el planteamiento de seguridad viaria 8-80 y la Iniciativa Ciudadana Europea Ciudad30  y aprobando ordenanzas que reducen el límite de velocidad genérico en  su casco urbano a 30Km/h (salvo excepciones muy localizadas), los responsables técnicos y políticos del Ayuntamiento de Logroño se llevan las manos a la cabeza y no quieren ni oir hablar de la idea, rechazándola de plano sin argumentos ante cualquier propuesta. Lo mismo que sucedió en su momento con la reducción a 50 en travesías urbanas o al plantear las primeras peatonalizaciones. En una ciudad como la nuestra en las que los técnicos se niegan incluso a habilitar siquiera Zonas 30 (que no es lo mismo que una reducción de velocidad a 30, ya que implica prioridad no motorizada), y las inexplicables preferencias de los dinosaurios que rigen la movilidad en Logroño establecen que siempre se ha de privilegiar el tráfico a motor.  En Logroño ni tan siquiera en las zonas escolares están dispuestos a implementar la medida de reducción de velocidades a 30Km/h. Sacrosanto coche, por encima de todo y de todas las personas, al precio de las vidas que sean.

(PIncha en la señal)

(Pincha en la señal)

(Pincha en la señal para entender porqué los entornos escolares de Logroño necesitan reducir su límite de velocidad)

(Pincha en la señal)

 

A pesar de que sus propias cifras oficiales lo desmienten (en un 89% de los atropellos la responsabilidad fue del conductor),  continúan culpando a los más débiles en las calles (peatones y ciclistas) de la inseguridad vial (es que cruzan mal, molestan al coche), y actuando tan sólo sobre ellos (por ejemplo con el abuso de vallas de encauzamiento = aumento de velocidad motorizada, o con la entrega arbitraria de la formación de los ciclistas a AUTO-escuelas, en vez de introducir métodos apropiados de capacitación para la movilidad ciclista disponibles como el programa 1Bici+ de la Coordinadora ConBici).

Según sus propios datos oficiales, las 2982 personas que sufrieron accidentes en Logroño en 2016, 127 peatones atropellados, otros 72 ciclistas atropellados más (un 40% más que el año anterior, ahora sólo consideradas «colisiones entre vehículos» para que parezcan menos),  517 heridos víctimas de siniestros viales y 4 fallecidos en el último año en Logroño no deben parecerles suficientes a nuestros técnicos y políticos para atenuar su autocomplacencia.

Por un Logroño Ciudad 30. Es posible.

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